Nuestro Señor Jesucristo es el Señor de los Milagros, a Él pedimos fervorosamente por la restitución de la salud de nuestros familiares, amigos y hasta por nuestra salud. Sabemos que en el trayecto de Su vida, acá en la Tierra se dedicó a hacer la obra del Padre, en dar a conocer al mundo la verdad del Evangelio y en hacer grandes milagros de todo tipo. Entre ellos, los de sanación, pedimos a nuestro Señor Jesucristo que opere sobre los afligidos, los milagros maravillosos de devolver la salud a todo el que lo necesite. Dios nos brinda su gran amor, a través de la concesión de poder ver de nuevo a nuestros seres queridos, en un estado saludable y en actitud de agradecimiento por las bendiciones recibidas.
Oración de sanación al Señor de los milagros
¡Oh Señor de los Milagros!
Maravilloso Hijo de Dios el Padre, cuán bendecidos nos sentimos
al tener Tu favor, por sobre todas las cosas.
Cuan maravillados nos encontramos al saber que todo ese poder
que Dios te concedió está a nuestra disposición en la forma de hermosos milagros de sanación.
Nuestra alma se regocija al encontrarnos ante Ti, porque conociendo tu justicia
y sabiduría, tenemos confianza en que harás por nosotros grandes obras.
En este momento pedimos a Ti, Señor de los Milagros, la bendición de la sanidad
de las enfermedades que nos aquejan y nos impiden desempeñarnos
en nuestros trabajos, estudios y al servicio de Tu obra.
Te pedimos recobrar la salud, el vigor y que extirpes de nuestros cuerpos
cualquier cosa dañina que nos quiera consumir por dentro.
También te pedimos que no solo nos sanes el cuerpo, sino también, cures nuestro espíritu,
para que los sentimientos de ira, venganza, pasiones bajas y aquellos
otros que nos alejan de tener un corazón puro, sean retirados de nuestra
mente y corazón, por el poder de Tu gracia y Tu bondad.
¡Oh Señor de los Milagros!
Bendícenos con tu misericordia, acompáñanos en el camino de la vida
para que se haga más llevadero, para que los tropiezos
y fracasos nos fortalezcan y nos hagan más humanos, para que
alcancemos empatía con nuestros hermanos terrenales y compartamos la dicha
de tener al Salvador del mundo cuidando de nuestros pasos.
Señor Jesucristo, te pedimos con fe todas estas cosas, porque sabemos que son
los fervientes deseos de nuestros corazones, anhelando ser tan buenos como Tú lo eres.
Amén.
Para reflexionar
El gran poder y magnificencia de Jesucristo, es una entrega que hace Dios el Padre a cada hijo suyo en la Tierra para que gocen de las bendiciones de los milagros, recordándonos su existencia, que aún podemos recibir milagros en nuestra vida de todo tipo, solo debemos abrir nuestros corazones y confiar en Su gran bondad. “Pedid y recibiréis” pero, sin olvidar que nuestro agradecimiento por las bendiciones recibidas debe ser tan inmenso como el gran milagro que Dios realice en nuestras vidas.